Tener hijos adolescentes es complicado y conectar con ellos a veces es un reto para mi. Por suerte lo hago a base de la paciencia que me falta en otros ámbitos de mi vida y de mucha empatía.
Desde siempre he tratado de que la música nos una, y efectivamente nos une, tenemos muchas conversaciones en las que ella está presente y escuchamos muchas canciones juntos, pero casi nunca del estilo que a mi me da la vida.
Este verano están viendo completa la serie Glee , muy de adolescentes, con mucha hormona revuelta, problemas en el instituto, amigos, sexo y todo aderezado con música, versiones y más versiones de todo tipo de estilos musicales.
Por eso cuando ayer escuché que les había gustado una canción y me dijeron el título, por poco me da un patatús, ¡a Julia le gustaba Don´t Stop Believin!!!!!!!por Dios, una de mis canciones preferidas. Me lo dijo en la calle y sin esperar llegar a casa saqué el móvil y busqué en Youtube a Journey y ahí estaba Steve Perry cantando una de las canciones que más he escuchado a lo largo de mi vida.
Y pensé en hacer esta entrada. ¿Qué una serie adolescente tiene más poder que yo para mostrarles el Rock o el AOR??? pues bienvenida sea, a mi mientras escuchen algo más que a Maluma ya me vale.
La canción de Journey es uno de los sencillos más vendidos de todos los tiempos en sus 36 años de trayectoria y una de las más descargadas en iTunes, un bombazo de canción del que se han aprovechado series y películas y por supuesto Glee debió ver en ella un filón por la de veces que la han cantado.
En el episodio piloto de la primera temporada
En la cuarta temporada
Y en el episodio 100
Pero para mi el original es imposible de imitar
miércoles, 9 de agosto de 2017
lunes, 7 de agosto de 2017
EL CREPÚSCULO DE LOS DIOSES ( Hotel El Caballo Blanco en El Puerto de Santa María)
Hace muchos años,
mi abuelo compró parte de la fábrica trenzadora de cáñamo de
Tobarra. De pequeños nos íbamos toda la familia los sábados y los
domingos a comer a la casa que en su época debía haber sido de los
guardianes o jefes de la fábrica y para entretenernos jugábamos
entre sus ruinas y sus naves abandonadas, inventábamos historias de
misterio pasando de habitación en habitación, de nave en nave
imaginando el trasiego de trabajadores y sus vidas que impregnaban
las paredes de uno de los lugares que más riqueza dio a Tobarra.
La Trenzadora fue el
principio de una especial atracción por los sitios abandonados, no
solo por la belleza ruinosa y tétrica que los envuelve sino más
bien por las historias que encierran y por las vidas que pasaron por
ellos, me resultan irresistibles.
Hace un tiempo veía
unas fotos del estado de abonado del Hospital Puerta de Hierro de Madrid y me moría de ganas de poder entrar en él, de pasear por las
habitaciones, de ver los aparatos ,la dejadez , yo misma escribí un
post sobre La Estación de Trenes de Tobarra , sobre su estado de
abandono desde hace lustros y sobre las historias que pasaron por
ella, mientras la fotografiaba y estaba en el andén por mi cabeza
pasaban los trenes de vapor, los trasiegos de maletas, las tristes
despedidas y los reencuentros eufóricos.
Hace unos días un
amigo me ensañaba su preciosa ciudad y en uno de los paseos llegamos
a un hotel en ruinas y abandonado, me explicaba que en su época
había sido el mejor de aquella zona, que había pasado gente
importante, que había sido lugar de grandes fiestas donde al
artisteo y la Jetset habían disfrutado de noches interminables. Una
abertura en la valla que lo rodea hizo que ni nos acordáramos del
allanamiento de morada y una vez dentro, y como una niña ilusionada
con la mañana de Reyes hacia un repaso a las estancias como en la
película Titanic, cambiando los espejos y ventanas rotas, el suelo
de mármol ajado y la piscina resquebrajada por grandes días de vino
y rosas , por noches de baile con hombres de traje y
pajarita y mujeres de vestidos estampados, por teléfonos que no
paran de sonar en recepción, por camareros con bandejas cargadas de
champán y de Martinis y las habitaciones maltrechas por grandes
historias de amor y desamor con noches interminables de sexo.
El hotel en cuestión
era El Caballo Blanco del Puerto de Santa María. Inaugurado en 1962
tuvo varias décadas de esplendor hasta que en 2007 cerró
“temporalmente” en espera de una remodelación y ampliación que
nunca llegó, la crisis y seguro que una inversión desafortunada
dejaron en la calle a 23 trabajadores y al hotel convertido en un
fantasma a mercé de los vándalos.
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La piscina en la actualidad |
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La piscina cuando estaba en activo |
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El pasillo de las habitaciones |
Las casillas de las llaves
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Con permiso de Billy Wilder en esta foto me siento como Norma Desmond en su mansión decrépita de Sunset Boulevard esperando el mejor plano de su vida.
Y por supuesto la canción tenía que ser esta, la tengo en la cabeza desde que entré a ese salón.
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