Hace unos años a Julia le diagnosticaron varias alergias, una de ellas a los ácaros del polvo, la pobre me ha salido en eso y ha heredado mi pedorro sistema inmunológico .
Una vez diagnosticada el médico nos sentó en su despacho con una mesa llena de ácaros de plástico junto con otros insectos para que los críos se entretengan mientras están en la consulta y empezó a decirnos las directrices para que no le afectara tanto a la chiquilla esa alergia. Cuando Julia escuchó que en su habitación no podía haber ni libros ni peluches, soltó a una cucaracha y a un saltamontes que en ese momento estaban atacando a un ácaro granate y dijo con los ojos como platos .-" ¡no será eso verdad mamá!!!! ......chsssssss, luego te explico.-
Creo que ese día tomó uno de los mayores berrinches de su vida, como le explicas a un chiquillo que no puede estar cerca de los que más le gusta, pero....como yo soy igual que ella y llevo unos cuantos años haciendo trampas a ácaros y microorganismos varios que me hacen la puñeta ya me conozco los trucos para tener bajo raya a esos bichos asquerosos que se alimentan de caspa y pieles muertas y le expliqué que lavaríamos varias veces al año los peluches y los libros los dejaríamos dentro de los cajones y otra vez volvió la sonrisa a su cara.
Por eso cuando hace buen tiempo pongo las lavadoras de "bichos" que, curiosamente así es como llaman mis hijos a sus más de cincuenta peluches que ya forman parte de la familia, con sus nombres, sus roles y su personalidad propia y siempre me hace mucha gracia asomarme al balcón y ver a Vaquita, Monetito, Osete, Misi.....al sol mientras se secan..y todos felices.