Raro personaje para una historia que se
ha fraguado mientras limpiaba la cocina
Mi casa, el piso en el que vivo, es de segunda
mano, lo compramos hace siete años a una pareja de jubilados después de haber
visto tropecientos a precios desorbitados y en condiciones infrahumanas. Lo
encontramos por casualidad. Un día mi suegro nos dijo que había visto un cartel
de se vende, que no era de inmobiliaria, en un edificio de la Avenida Valencia
y que había cogido el número para llamar. Esa misma tarde llamamos y nos
atendió Fernanda, quedamos para ir a verlo por la noche, todo dicho y hecho. Al
mismo entrar en él, y sobre todo, con el recuerdo caliente de las pocilgas en
las que habíamos estado, supe que aquel piso era lo que yo buscaba. Estaba a
dos pasos del centro, superluminoso, una finca con no muchos vecinos, con las
habitaciones grandes y bien repartido, dos balcones.... era nuestra futura
casa... pero Pepito no quería vender. El cartel de SE VENDE lo habían colocado
el día de antes y lo habían quitado esa mañana, cómo con arrepentimiento, pero
nosotros ya habíamos llamado, Fernanda quería vender su casa de toda su vida de
casada y Pepito no. Les dijimos que nos interesaba el piso y el precio, y que
se lo pensaran bien.
Una semana después Fernanda me llamó para cerrar
el trato. Casi todo el "negocio" lo hicimos las dos por que Luis no
podía casi nunca venir conmigo por razones del trabajo, y Pepito , aunque
siempre presente, era un triste convidado de piedra, y junto con el piso y por
un precio que a mi me pareció irrisorio nos quedamos casi todos los muebles que
tenían, todos los electrodomésticos, algunos nuevos completamente, las
cortinas... ( hoy en día todavía uso cosas que nosotros denominamos de
"Fernanda y Pepito" y que nos vinieron estupendamente, por
que al principio dinero, lo que se dice dinero, no había mucho). Firmamos la
hipoteca un mes y medio después de haber ido a ver el piso por primera vez y
quedé con Pepito y Fernanda para que me entregaran las llaves y los contratos
de la luz, agua, teléfono y todas esas cosas, para el día siguiente...
Al día siguiente, por primera vez en todo el tiempo,
llegó sólo Pepito al piso, él, que durante todo el tiempo había manifestado por
activa y por pasiva que no quería vender su casa, que en ella habían nacido sus
hijos, que era la zona donde había vivido desde que nació y le gustaba
muchísimo, que no quería irse a vivir a otro sitio... él, había sido designado
para la entrega final, y eso ya me dio un poco de "yu yu"...
Entramos a la que es hoy mi casa, y que aquel día también lo era ya, y el
hombre cabizbajo fue pasando por todas las habitaciones, como despidiéndose de
ellas, me explicaba qué hijo había dormido en cada una de ellas, anécdotas, cuando
habían comprado el armario, o el mueble de la entrada, lo que les costó montar
la librería del salón, el dinero que les costó la puerta blindada de la calle (
todos los muebles que nos dejaron, casi todos, eran hechos a medida para el
sitio donde estaban colocados, lo cual mostraba que era una familia que había
vivido muy bien, y la calidad de todo era buenísima, pasados de moda, pero
buenos), a mi se me caía "el alma a los pies", como dice mi madre, de
ver la tristeza del pobre hombre, de ver cómo se estaba separando de algo de lo
que no quería separarse. Al entrar en la cocina me explicó cómo funcionaba el
calentador, la lavadora, la cocina, y al llegar al grifo de las fregaderas se
paró y me dijo "este grifo es buenísimo, lo compramos hace diez
años y jamás nos ha dado un problema, era de lo mejor que había en el mercado,
buenísimo, mira cómo cae el agua, enjuaga los platos en un momento... es
buenísimo"
Pepito no paraba de acariciar el grifo como si fuera
su bien más preciado, yo sólo quería desaparecer para no ser testigo de aquella
despedida.. y para no ver a un hombre de setenta años llorando delante del
grifo de la cocina... ha sido una de las escenas más raras y más tristes que he
vivido en mi vida, mientras Pepito lloraba tocando "su" grifo yo
estaba tomando posesión de toda su casa y de parte de sus recuerdos físicos,
incluido el grifo, lo que se suponía que tenía que ser uno de los días más
importantes de mi vida, por eso de ser ya treintona y por fin tener casa
propia, se estaba convirtiendo en un suplicio...
Una vez que ya llevábamos un tiempo viviendo en
el piso, y que el vecindario nos conocía ( casi todos los vecinos son los
mismos desde hace treinta años), nos contaron el rumor de que Fernanda tenía
deudas de juego ( el Bingo para ser más exactos) y que por eso habían tenido
que vender el piso y los muebles y uno de los apartamentos de Benicassim..., un
rumor, pero siempre nos llamó la atención, además de que el precio era más bajo
de lo que se estaba vendiendo por esa zona, de que Pepito estuviera tan triste
y que no quisiera vender, frente a la "alegría" de Fernada por
deshacerse de los mismo recuerdos que su marido.
Casi siempre que friego la cocina y paso por el
grifo me acuerdo de esto, y eso me ha pasado hoy, he pensado en la cantidad de
grifos que cambian de manos en estos días de crisis, la cantidad de personas
que no quieren vender sus casas, ni sus grifos, pero tiene que hacerlo porque
las deudas se los comen, la cantidad de grifos que son embargados por los
bancos y se quedan durante meses a la espera de un nuevo dueño, la tristeza de
los que tiene que desprenderse de sus grifos recién estrenados por que han
perdido el trabajo y no los pueden seguir pagando...
Lo malo es que tengo base para preocuparme por
los grifos, desde septiembre llevo presentadas tantas ejecuciones hipotecarias
como en todo el año pasado y el número de concursos de acreedores en los que
estoy personada este año es el mismo que en trece años de
ejercicio...
La crisis es mala época para los grifos... y para
muchos de sus dueños.
Conocía parte de la historia, pero no lo del grifo.
ResponderEliminarUna gran 'entrada', querida prima, la has bordao; ¿has pensado convertirte en novelista? Tus novelas nos llegarían directamente, como un puñetazo, ahí adentro.
Muchos besos
Joder, Encarni, ahí hay una historia de puta madre. Se podría hacer un relato con la historia de pepito, el grifo, la fernanda y sus deudas de juego. Igual algún día te usurpo la vivencia y la traslado al folio. Algún día, porque tengo una de proyectos atascaos...
ResponderEliminarMe alegro mucho de que os guste mi historia, siempre digo que la realidad supera con creces a la ficción y que pone los pelos de punta, o hace enternecer al corazón más duro... y yo tengo "suerte" de que me pasen muchas historias.
ResponderEliminarUn beso para los dos
Es una historia redonda: estupenda. La realidad a veces supera a la ficción, pero aunque todos sepamos coger una novela y léernosla no todo el mundo es capaz de atisbar un cuento en el abrazo de despedida entre un hombre y un grifo. Genial,como nunca.
ResponderEliminarBesos
if
Algo aprendido: las despedidas son dificiles, independientemente de lo que te despidas... fue un día duro.
ResponderEliminarMil gracias If