
Ya se que es puente, uno de los más largos del año, que casi toda la gente está disfrutándolo o haciendo lo que puede, que yo tendría que ser una de esas personas y estar ahora mismo con cierto colocón de fino y empacho de salmorejo en Córdoba, pero... la vida es así.
Desde hace dos semana mi casa ha estado llena de virus varios, el peor, el de la varicela, primero fue Mario y hoy ha empezado Julia. Esto no lo digo para dar lástima ni nada de eso,, son cosas que pasan, y lo de cambiar o anular planes, pues que aunque no me caiga muy bien, hay que hacerlo... pero en realidad no quería autocompadecerme es este post, sólo quiero contaros varias sensaciones y pensamientos varios que me han surgido estos días alrededor de la enfermedad, en general y en particular la de mis hijos.
La varicela es una enfermedad, que , como casi todos la pasamos, por suerte, de pequeños, ni la recordamos, pero es bien "jodia", mis hijos no lo están pasando muy bien, ni Luis y yo de verlos tan malicos, pero están cuidados y con medicinas que alivian los picores, las infecciones de las heridas y la fiebre.
No se si por que estoy más sensible,por el cansancio de tantos días o por qué pero me ha impactado en estos días tres cosas relacionadas principalmente con la enfermedad, pero también con el poder, el amor, la dejadez...
La primera la vi en el blog de Pascual, el agente naranja, miles de niños enfermos, malformados, dementes, por culpa de la exposición de sus padres a un producto químico durante la guerra del Vietnam... y totalmente dejados de la mano de Dios, incluido "el dios" que los intoxicó.
La segunda me la envió Eva por mail, demonios en el Paraíso, donde un escritor, Fernando Gamboa ,habla alto y claro del olvido por parte del mundo, y en especial de España del problema con la dictadura eterna de los Obiang en Guinea Ecuatorial, rico en petróleo y madera, pero cuyos dirigentes, por llamarlos algo, mantiene al país hundido en la miseria y en las enfermedades, mientras ellos son una de las fortunas más poderosas del mundo.
La tercera, un reportaje que vi ayer sobre Tanzania, país rico en oro y madera, que sufre una de las mayores tasas de SIDA y malaria de toda Africa y donde las ONG luchan por que no se extingan poblados enteros donde las tasa de mortalidad es del 80%.
Pensamos que la gente acostumbrada al sufrimiento, a la enfermedad y a la miseria sufre menos.. ¡qué engaño! sufren igual que sufro yo, o cualquiera de vosotros cuando veis dolor en alguien que queréis. Vi el sufrimiento de un padre vietnamita con cuatro hijos dementes por el agente naranja, sin recursos y con el sentimiento de culpa por saber que ha sido él el que les ha trasmitido las enfermedades.Vi la desesperación de un chico de veinte años, el mayor de siete hermanos,dos de ellos con SIDA, al igual que sus padres, ya muertos y sin medicinas para una enfermedad que en "nuestro mundo" puede tratarse alargando la vida e incluso haciéndola crónica.Me he imaginado a las mujeres violadas por la policía Guineana y a los niños con malaria por que sus dirigentes revenden las medicinas en el mercado negro para sacarles más rendimiento.
Sufrimiento sin color ni sexo, en estado puro.
Estos días nos llegan mil cartas, hay mil programas de televisión hablando de las miserias del tercer mundo, las mismas en las que yo me he fijado esta semana. No se si servirán para algo, está claro que mirar para otro sitio si que no sirve de nada, que decir que la culpa es de sus dirigentes corruptos, tampoco sirve...¿cual es la solución?... no se si la hay, pero lo que siempre he pensado, es que desde nuestro entorno cercano siempre podemos hacer algo, al menos ser solidarios con el sufrimiento, por la razón que sea, pero no mirar sólo para lo fácil, para las luces de navidad, los escaparates repletos de regalos... y saber que el sufrimiento es general que todos sufrimos y todos por igual, que si yo sufro por que mis hijos tienen varicela, ¿cómo no va a sufrir una madre africana con SIDA que sabe que si no le ha trasmitido la enfermedad a su hijo al nacer se la trasmitirá con la leche de pecho ?...pues sufrirá cien mil veces más que yo, en proporción a la magnitud de su problema, y aunque esté acostumbrada a ver morir a sus hijos ...¿acostumbrada? ¿qué digo? ¿se podrá acostumbrar alguien a eso por muy del tercer mundo que sea?...resignada.
Yo no quiero ser moralista, ni siquiera soy altruista, pero sólo quería contaros la preocupación que me han producido estas tres cosas, y la preocupación por creerme a veces el ombligo del mundo, cuando el mundo es inmenso y funciona o mal funciona sin mi... y esto me hace siempre volver a una idea, para que las cosas funcionen, para que mis cosas funcionen, mi campo de visión tiene que ser lo más amplio posible, si no nada será real.