miércoles, 25 de marzo de 2009

EMPEZANDO CON LA EPOCA DE TRADICIONES....


Cuando se aproxima la Semana Santa parece que por el simple hecho de ser tobarreño, de "soca", como dice Eva, o de adopción, se te tienen que poner los pelos como escarpias al oír el ruido de un tambor...no se si es una regla fija, un componente genético o simplemente el que nuestra cabeza identifica ese ruido con horas de juerga, amigos que vuelven después de un año, panecicos dulces, habas y huevos duros con anchoa, olor a terciopelo, ruido de horquillas,vacaciones...
A mi me ocurre, y el primer día de Magdalena, cuando pasa la comitiva de la Na Violant con la cuadrilla de tambores y bombos, siempre me da un gustirrinín especial ( y confesión al oído, se me escapa alguna lagrimica...), y yo no soy de mucha tradición con nada, pero me apetece contaros mi historia con los tambores de la Semana Santa de Tobarra.

En mi familia cercana, osea, mis padres y mi hermana, los tambores no han significado mucho, yo no puedo decir que desde pequeña he mamado en mi casa esa tradición , ni que mi primer tambor lo toqué cuando me salió el primer diente ni nada que se aproxime. Mi madre, creo que en la vida lo ha tocado, ni le ha interesado lo más mínimo, y mi padre solo lo tocó un año o como mucho dos, que yo recuerde y por lo que a veces dice mi madre, y mi hermana es la única que con los años se ha hecho a si misma una tamborilera de pro, pero por su cuenta... Con este panorama yermo de fervor tamborilero tengo que decir que mi interés ha ido apareciendo con el tiempo y las vivencias y también que puedo vivir más sin tocar el tambor ( no lo he tocado nada, siendo adulta, durante dos años en los que mi barriga era el doble que cualquier tambor), que sin la juerga y la parafernalia que lo acompaña, que me encanta y que es imposible disfrutar, como a mi me gusta, una vez que tienes hijos .
Tengo 39 años y jamás he tenido tambor propio, y jamás he sentido ni la más mínima necesidad de tenerlo, por eso alucino con la gente que se lo hace ella misma, o que cada cierto tiempo lo cambia por uno mejor, o que arrima la oreja a la piel para ver si el sonido que saca su tambor se acerca a la perfección que desea, me encantan esos rituales...y creo que por que yo no los haga no soy menos tamborilera.

La primera vez que toqué el tambor fue con 13 o 14 años, y mi primer tambor fue el de mi padre, junto con su túnica, su cincho y sus palillos, que estaban en un rincón de la cámara cogiendo polvo.
A mi padre no se si le gustaba lo del tambor, su trabajo en la discoteca y en el almacén de bebidas era mucho más fuerte en la Semana Santa y me imagino que no tendría mucho tiempo, aunque conociéndolo seguro que sacó ratos para "la fiesta" con o sin tambor. Mi única imagen de él con el tambor es de un Jueves Santo, una vez que la procesión había pasado por la puerta de mi abuela Encarnación y ya de camino a mi casa , mi madre, mi hermana y yo, nos lo encontramos en la Avenida, en la puerta de lo que era el almacén de Mere con su tambor , su túnica morada, los palillos en la mano y su cigarro en la boca, altísimo y guapísimo a sus 34 años..., es una de las imágenes más nítidas que guardo de él. Su tambor era, y sigue siendo, gigantesco, de 40 centímetros de diámetro que pesaba un templo y me daba unos dolores de espalda terribles, yo creo que era comparable a llevar a hombros al Paso Gordo en la bajada de la Encarnación, y estaba más tiempo sentada encima de él que tocándolo... Se lo hizo en el año 78 su amigo Paco "el Batanero", con lo aros pintados de azul y de piel de cabrito, pero en aquella época no estaban aun las reductoras como en los tambores de ahora, y si no se apretaba bien la piel o esta no se cuidaba durante el año, luego sonaba a bombo, mientras yo lo llevé siempre sonó a bombo o a algo peor.

La túnica, que también heredé, era morada, con capúz, y los puños y este estaban forrados de raso amarillo. Se la hizo la Rosario "la Modista" a medida y era de esos colores por que mi padre decía que eran los de Nuestro Padre Jesús.

Los palillos eran de carrasca y se los hizo en el taller de Manolico "El Aperaor", pero lo que no recuerdo es si se los hizo el padre de Conchi o su tío, por que yo estuve presente en su fabricación, otra de las cosas que se graban para siempre. Mi padre me llevó a la carpintería y me dijo ¿quieres ver como se hacen unos palillos? , con 8 años quieres ver casi todo y una aventura ver como un trozo de madera sujeto en un torno aparece por el otro lado convertido en un precioso palillo casi por arte de magia...esos palillos son los que llevé hasta el año pasado, que fueron sustituidos por otros dignos sucesores, unos palillos que ha hecho Jesús, otro artista de la madera, que es el padre de Pascual , al que durante años le estuve pidiendo que me regalara unos palillos de los que hacía su padre y nada..hasta que el año pasado acudió Martes Santo a mi casa con ellos...ha sido un regalo que ha significado mucho para mi por muchas cosas y por que no encontraba la hora de dejar descansar a los palillos de carrasca que estaban ya muy dañados por los años , los golpes en el tambor, y por que son una de las poquísimas cosas materiales, con un significado especial, que conservo de mi padre, y ahora, después de tantos años, llevo unos preciosos palillos que puedo decir que son mios, y que yo los siemto muy mios.

Cuando mi hermana hizo la primera comunión mi abuela le regaló un tambor, pero como no era de los de Tobarra sino uno de esos con aros rojos de las bandas de cornetas y tambores, no quedó muy convencida y con doce años mi padre le regaló uno de torretas. Mientras tanto yo seguía con el tambor gigante hasta que volví a heredar el tambor que le había regalado mi abuela a mi hermana.
El tambor de torretas tampoco le convenció mucho a mi hermana por que pesaba más y al año siguiente volvió a coger el de banda y yo a heredar nuevamente otro, el de torretas. Este lo he llevado, lo menos, hasta los veintidós años. Mi hermana fue mejorando el suyo de banda, le puso una reductora y así sonaba mejor y cuando tuvo dinero propio para comprarse uno volvió a abandonar este en la cámara y yo, como pesaba menos, a volverlo a coger.
El tambor de banda con reductora lo llevé hasta el año pasado en el que Luis se compró uno nuevo y dejó para mi otra herencia...su precioso tambor que es el que llevo ahora y el que seguiré llevando hasta que alguien de la familia retire el que tiene actualmente.

Con la túnica la cosa ha sido diferente. La de mi padre la llevé muy poco tiempo, más que nada por que parecía un espantapájaros más que una tamborilera ( mi padre medía casi 1,90) y para uno de mis santos mi madre me regaló mi primera túnica roja, que voy renovando de cuando en cuando, pero que siempre es roja...y mía...y la acompaño de pañuelo verde pistacho.

El cincho del tambor sigue siendo el de mi padre, uno de "escai" verde que se lo hizo el tapicero de la calle del Parador que era muy amigo suyo y que era el que les hacía todos los trabajos de la discoteca. Lo sigo llevando por que siempre me ha parecido muy original, muy setentesco y solo he visto uno igual en el pueblo a un hombre que todavía lo sigue llevando, pese a los años que tiene, como yo.

Esta es mi historia con los tambores y aunque vaya de prestado igual me sigue poniendo a cien la tamborada escolar de Miércoles Santo y que quedan desde ese momento por delante 104 horas de zurrir el tambor, y digo zurrir, por que lo mio no es tocar...

3 comentarios:

  1. pues nada a disfrutar la semana santa como a ti te guste, y no te dejes cortar el rollo por nadie...ves a tu aire

    ResponderEliminar
  2. Bueno es que la vida sea una carrera de relevos; vale, pero ausencias tan tempranas e intensas hacen que nuestra mente rescate recuerdos nítidos y hermosos, con olores y sonidos, y los convierta en fotogramas de nuestra vida para siempre.

    Ahora toca Semana Santa, antes fue la Navidad, después será otra fiesta,o lugar...lo que nos haga recordarlos continuamente. Incluso un gesto de alguno de nuestros hijos.

    Cómo los echamos de menos.

    Un beso

    ResponderEliminar
  3. Si, Luis, ya sabes que intento no dejarme cortar por nadie..pero...qué te voy a contar.

    Y Conchi, ¡qué alegría verte por aquí! ha sido una sorpresa, y como la vida y la muerte son lo que son, pues... que bueno poder recordar las cosas que nos hacen seguir adelante.

    Mil besos

    ResponderEliminar

DIEZ AÑOS DE HISTORIA, DIEZ AÑOS DE HISTORIAS

Pues sí, el blog cumple hoy 10 años, una década que según como la mire me parece una eternidad o muy corta. 739 artículos, 1010 comentarios...